Me gusta salir a la ventana de la terraza y contemplar todo.
Sentir como el aire mueve los cabellos sueltos de mi coleta despeinada y la
forma en que me acaricia la cara con su suave frialdad y delicadeza. El canto de los pájaros aún se oye a pesar de ser diciembre; pero es una mañana
tranquila, por eso las notas se mecen en el aire al son del tintineo lejano de
las hojas caídas por el suelo.
El cielo está cubierto de un gris uniformemente
hermoso, y la sequedad del ambiente y la estabilidad de la temperatura hacen
que sea agradable asomar la cabeza por la ventana para contemplar el paraje
urbano.
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La verdad, es realmente
bello si escuchas y prestas atención a los pequeños detalles que para
cualquiera pasan desapercibidos. Solo así conocerás la verdadera esencia de
todo lo existente.
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