El mar se vuelve tortuoso,
el dolor demasiado pegajoso;
tanto que no lo puedes aguantar.
Se juntan fuertes olas,
y solo estáis tú y tu bote a solas,
y ya nadie te puede salvar...
Se juntan la espuma con la arena,
la lluvia con el sol;
el viento con la sal;
y el torbellino sin querer frenar.
¿Y si el torbellino viene de mi alma?
¿Y si nunca encontraré la calma?
¿Y si no sabré qué hacer
cuando quiera perecer?
Puede que solo quiera hundirme,
puede que sea lo que deba hacer.
Puede que sea mi destino pertenecer
al océano de lagrimas que sembré.
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