jueves, 22 de octubre de 2015

Alma rota

Miraba al horizonte, triste, melancólica. Eso era lo que era en el más fondo de su ser, una chica oscura, triste, egoísta, cruel incluso.
Las dulces gotas de lluvia la caían sobre su pelo que se mecía al son del viento; y sus lágrimas, más saladas que el mar en el que se hundían sus piernas, más amargas que una taza de café y whisky, recorrían sus mejillas pálidas e inexpresivas. La gustaba llorar en el mar mientras llovía, así el agua marina y la dulce derramada por las nubes se confundían por las que se escapaban de sus ojos verdes.
Recordó todos sus errores, todo el daño causado, toda herida clavada de frente hacia otros.
Miraba al suelo arrepentida, observando cada ópalo transparente creado por la lluvia de esa mañana de octubre en el océano. Era hipotizante y a la vez mágico como sus pensamientos se mezclaban con la imagen de la lluvia. 
Levantó la cabeza y observó el horizonte y el gigante de color verdoso y transparente. Estaba resentida; en todos los sentidos de la palabra, maltratada por la sociedad y sus pensamientos, dañada por sí misma. Se preguntó si alguien se podía sentir aun más roto que ella.
Derramó una ultima lágrima de puro cansancio, la cual cayó al agua, fundiéndose en ella. Su alma era una sábana sucia, rota, descuidada, entre la oscuridad de sus adentros. Ya no había luz, no había esperanza, ni fuerzas. No la quedaba nada.

1 comentario:

  1. Muy bonito, pero te animo a escribir algo optimista. Que quede algo no que "quede nada".
    Aprovecho para recordarte que me debes un escrito sobre un héroe, personaje, persona cercana, de ficción... que admires.
    Un saludo

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