domingo, 25 de octubre de 2015

Mi héroe


Todos desde niños hemos soñado con un héroe que venciese a los villanos más malvados con sus poderes extraordinarios. Una figura esbelta, en forma, y atractiva tanto en vestimenta y apariencia. Según creces pierdes esa ilusión, y la fe desaparece, siendo los héroes apenas inexistentes, convirtiéndose simplemente en personas a las que admiras.

Pero todos estamos equivocados. Y yo misma lo estaba, hasta que tuve que escribir esta redacción y a la vez reflexión sobre tu héroe en la vida real. Y sí, al fin me dí cuenta.
Nuestro propio héroe o heroína, o al menos en mi caso, soy yo misma. Puede que suene egocéntrico, pero al fin y al cabo quien respira, quien lucha, quien cae y quien se levanta eres tú mismo.

Doy gracias a esa fuerza interior que me salva de los demonios del exterior y de mi propio interior. Me doy gracias a mi misma por todas las heridas que he tenido que curar, todas las piedras que he tenido que esquivar, todos los adversarios subjetivos y no tan subjetivos que he tenido que enfrentar. Por saber llevar los problemas. por seguir respirando cuando no quería hacerlo. por levantarme a duras penas cuando solo quería quedarme tumbada y rendida a mitad de camino, por la paciencia y por toda la vitalidad que me ofrezco cuando lo único que quería es morir.

Es cierto que hay personas que contribuyen en esa fuerza, pero el origen real de todo, la luz más intensa y pura que pueda haber, es la tuya,
Esto es un verdadero héroe, Tu propia persona cuando quiere rendirse y aún así sigue caminando.

jueves, 22 de octubre de 2015

Alma rota

Miraba al horizonte, triste, melancólica. Eso era lo que era en el más fondo de su ser, una chica oscura, triste, egoísta, cruel incluso.
Las dulces gotas de lluvia la caían sobre su pelo que se mecía al son del viento; y sus lágrimas, más saladas que el mar en el que se hundían sus piernas, más amargas que una taza de café y whisky, recorrían sus mejillas pálidas e inexpresivas. La gustaba llorar en el mar mientras llovía, así el agua marina y la dulce derramada por las nubes se confundían por las que se escapaban de sus ojos verdes.
Recordó todos sus errores, todo el daño causado, toda herida clavada de frente hacia otros.
Miraba al suelo arrepentida, observando cada ópalo transparente creado por la lluvia de esa mañana de octubre en el océano. Era hipotizante y a la vez mágico como sus pensamientos se mezclaban con la imagen de la lluvia. 
Levantó la cabeza y observó el horizonte y el gigante de color verdoso y transparente. Estaba resentida; en todos los sentidos de la palabra, maltratada por la sociedad y sus pensamientos, dañada por sí misma. Se preguntó si alguien se podía sentir aun más roto que ella.
Derramó una ultima lágrima de puro cansancio, la cual cayó al agua, fundiéndose en ella. Su alma era una sábana sucia, rota, descuidada, entre la oscuridad de sus adentros. Ya no había luz, no había esperanza, ni fuerzas. No la quedaba nada.