Estamos a tantos kilómetros desde que decidiste olvidarte de mí...desde que decidiste echarme de tu vida, como si fuese una maleta destrozada dentro de tantas cosas inservibles pero que en su momento tanto quisiste. Eras todo lo que siempre había deseado, todo lo que en mi mente sería la persona perfecta con la que pasar mis días, mis horas, mis años, mi vida que tanto he despreciado en tan poco tiempo de existencia.Es sorprendente como una sola persona me hiciese cambiar de opinión sobre la imposibilidad y dureza de las relaciones a distancia. Y no de distancia de ciudad a ciudad, sino de país a país. Tú cambiaste esa regla que tenía mentalizada desde que tengo uso de razón, pero jamás imaginé que se podía amar tanto a alguien con tantos kilómetros de por medio.
Eras oscuridad, la más incomprendida y bella oscuridad que podría existir dentro de una mente atormentada como la tuya, una mezcla entre la noche mas neblinosa y fría, la luna más dorada y dominante, la estrella más luminosa, la lluvia más amarga, incluso me atrevería a decir que había algún que otro rayo de tormenta en tu interior. Pero es curioso, que esa oscuridad, esa frialdad atormentada por el dolor de tu vida, que tan injusta ha sido contigo, me daba luz. Luz a un alma tan rota como la tuya, tan dolorida, tan muerta, tan triste, tan cansada como la que era la mía. Eras como el único atisbo de luz que existía en mi oscuridad más tenebrosa, la estrella que guiaba mi camino y me indicaba el norte, la luz que me llamaba a seguir el camino, me daba esperanza... Eras ese alma en pena con ara angelical con la que tanto fantaseaba, y que iba a comprenderme y abrazarme en mis melancólicos días...
Tu belleza era totalmente increíble, no solo por dentro, también por fuera. Cabellos dorados como el sol, ojos castaños como el más precioso otoño que haya podido existir a lo largo de los siglos, cuerpo lleno de cicatrices de guerra, de piel pálida y tan deseable de tocar como de oler la esencia perfecta de un perfume. Esos labios, tan deseables de besar como de morder el más azucarado dulce, acompañados de esa voz tan profunda e interesante que hacía palpitar mi corazón.
Eras reservado, pero por primera vez conseguí que me contases tu crudo pasado que a nadie habías confesado. Te entendía demasiado bien como te sentías, por desgracia, o puede que por suerte. Tus demonios y tus ángeles internos y también los míos, se atrajeron los unos a los otros, enredándose en odio, dolor, y amor puro al mismo tiempo. Ese tipo de amor que era distinto al mío, solo por el simple hecho de que biológicamente no podías amar, pero sí querer mucho. Y eso fue lo que me dijiste y demostraste a pesar de todo. Era duro no hacerte sentir más, debí de conformarme pero, ¿cómo era posible no querer más?
Y créeme que me sentía como alguien especial, alguien con el que por primera vez me había imaginado en un futuro, lejano y puede que no tan lejano: Corriendo por el amplio aeropuerto para abrazarte por primera vez después de tantos años, de mirarte a los ojos por primera vez que no fuese a través de una pantalla, besarte cómo tantas veces había soñado en mis noches inquietas, cogerte de la mano, tomar café por las mañanas y pizza por las noches mientras veríamos Incepction y admiraríamos a Leonardo Di Caprio, pasaríamos las noches abrazados escuchando The neighbourhood, y te sonreiría como nunca lo había hecho cuando me despertase a tu lado, mirándote como si todo ese contexto fuese un sueño ídilico del que solo se hablan en los cuentos, o de los que sueñas en medio de una clase de matemáticas a las doce y media de la mañana.
Era consciente de que nuestros problemas iban a ser cosa del día a día,es algo que forma parte en nosotros, pero no creas que no te he imaginado en la esquina del baño acurrucado sobre ti mismo como si no existiesen mas lágrimas que derramar, como si no hubiese más demonios aún de los que temer.
A mis ojos eres un ángel oscuro, que simplemente vino del cielo, pero inconscientemente e injustamente cayó al infierno de la nostalgia y del dolor.
Y no sé si es porque te fallé de verdad, o tal vez porque nuestros demonios eran tan tóxicos que se pelearon y nos separaron, o porque se cumplió lo de ''conocer a la persona correcta en el momento incorrecto''. Nunca lo sabré hasta que tú des tu brazo a torcer y te comuniques conmigo, ya que has sido tú el que ha construido un muro entre los dos. De vez en cuando tiro aviones de papel tras el muro con te quieros y te necesito, pero nunca hay respuesta... Solo queda una soledad vacía y de incertidumbre como respuesta...
Cosiste ese fino pero fuerte hilo de 2.000 kilómetros que nos separa, pero que a la vez y espero que inconscientemente, has enredado en mi corazón con mil agujas de cabeza redonda.
Estás en todos los lugares, comidas, personas... Has arruinado una de mis canciones preferidas con tu recuerdo, ya no puedo escucharla sin visualizar nuestras conversaciones diarias. He intentado de forma estúpida buscar el amor que me proporcionaba tu existencia con otras personas, de forma física psicológica, tratando de pasar página, tratando de poner un punto y dar espacio para un nuevo párrafo. Pero he comprendido que si no cambias de capítulo, o si eres uno de mis personajes principales que aparecieron de la nada para convertirse en todo inesperadamente, es imposible desterrarte de mi libro.
Conseguiste que amase vivir cuando solo quería morir, que tuviese ilusiones de nuevo, sueños, esperanzas,que sintiese algo que no fuese un vacío doloroso que se había estancado en mi corazón por tantos años, y que nadie ni nada pudo hacer desaparecer, que sonriese cada día, que durmiese sonriendo cada noche, porque me estaba esperando un sueño en el que aparecías tú.
Ahora llueve de nuevo dentro de mí de forma torrencial, hay un espacio que ninguna otra pieza de puzzle puede rellenar, solo encajas tú. Y sí, he necesitado de todo un verano,de todo un otoño. y de un largo invierno que aún no ha conseguido disiparse de Burgos, para comprender que jamás he dejado de quererte. Solo pretendía mentirme a mi misma tratando de tapar con una cortina de personas, canciones y lugares, de tu bello rostro de mi mente. Pero al igual que el dolor, siempre vuelves a mi cabeza.